Si nos remontamos al siglo XVIII vemos los inicios enfocados en ingeniería militar, ocupada en lo referido a fortificaciones, armamento, transporte, comunicaciones y logística castrense. Quienes integraban el cuerpo de ingenieros venían por origen familiar de sectores de élite en España y en sus colonias, siendo ese origen decisivo para su ingreso y ascenso exitoso dentro de esta rama militar, que sólo recibía a privilegiados y les otorgaba más privilegios. En cuanto a formación profesional, apenas fue accesible para muy pocos nacidos en territorio venezolano, pues de no ir a adquirirla en la península ibérica o a plazas militares importantes en América como México o La Habana, dependía de que alguno de los escasos ingenieros hispanos destinados en estas tierras organizarse con la venia real una “Academia”, nombre dado a un curso en el cual ese único ingeniero-docente instruía a pequeños grupos de aprendices, normalmente con recursos inciertos, duración irregular y afrontando distintos escollos. Tales fueron las “Academias” que existieron en Caracas a cargo de Nicolás de Castro (1760-1768), en La Guaira con Manuel Centurión (1761), en Cumaná con Juan Pires (1808-1810), y en Caracas con José Mires (1808-1810). Es inevitable recordar que en las dos últimas fue cursante el adolescente Antonio José de Sucre (nacido en 1795), a quien tras algunos meses de instrucción en ambos lugares encontraremos como flamante Subteniente de Ingenieros en Margarita a comienzos de 1811.
El auténtico nacimiento de la enseñanza formal, institucionalizada y permanente para esta área profesional en el país deba esperar a 1831, cuando la República iniciaba su tránsito en solitario tras la disolución de la Gran Colombia y aún se recuperaba de las convulsiones de la lucha por la Independencia. Ese año se decreta el establecimiento de la Academia de Matemáticas en Caracas, alentada por el fervor, capacidad e iniciativa de Juan Manuel Cagigal. Este venezolano se había educado como ingeniero y matemático en España y Francia, habiendo vuelto al país a impulsar una institución de formación profesional para ingenieros que siguiese la huella de las que había conocido en Europa. Pese a las circunstancias difíciles, pudo lograr apoyo oficial, lo que estimo se debió en gran medida a que reorientó la visión que traía en mente del extranjero (con el modelo civil de la Escuela Politécnica de París en que estudió), hacia la propuesta de una escuela de formación de oficiales militares técnicamente calificados (recibirían título de ingenieros con 6 años de estudios), en la que hubiese además posibilidad de impartir capacitación técnica a civiles (egresarían como agrimensores a los 4 años de formación).
En 1867 hay registro de los primeros títulos de agrimensor que otorga la UCV, con lo cual se abre un camino para la formación esencialmente civil de los ingenieros, que tendrá sus siguientes hitos en 1872 al suspenderse la Academia de Matemáticas (que para el presidente Antonio Guzmán Blanco era “un nido de godos”); en 1874 con la creación de la Facultad de Ciencias Exactas de la UCV, autorizada para otorgar títulos de ingeniero civil y agrimensor; en 1877 con los primeros 7 egresados de esa Facultad; en 1879 con la adscripción oficial de recursos y personal de la Academia de Matemáticas a la UCV; y en 1881 con el fin del status militar del Colegio de Ingenieros, que pasa a ser subordinado al Ministerio de Instrucción Pública.
La situación abierta tras la muerte de Gómez se manifiesta en lo referido a la enseñanza de la ingeniería, haciendo más claro y decidido el estímulo al cambio y modernización. En 1936 la Escuela de Ciencias Físicas y Matemáticas de la ULA es elevada a Facultad, teniendo sus primeros egresados al año siguiente; en 1937 se inician los estudios de ingeniería agronómica en el país con la apertura de la Escuela Superior de Agricultura y Zootecnia (ESAZ) dependiente del MAC, organismo que el año anterior había becado al exterior a 19 estudiantes del ramo; esta Escuela pasará a la UCV en 1946, originando la actual Facultad de Agronomía. En 1938 nace el Instituto de Geología, adscrito a los Ministerios de Fomento y de Educación, destinado a formar geólogos y que se integra a la UCV dos años más tarde, con su primera promoción en 1942. El proceso modernizador cuenta con sanción e impulso jurídico gracias a la Ley de Educación promulgada en 1940, y encontraremos que entre 1936 y 1940 hay 150 nuevos ingenieros graduados en el país, incluyendo a las primeras promociones de la Universidad de los Andes.
Venezuela ha sido un país donde la ingeniería ha dado muy buenos, excelentes frutos. El Colegio de Ingenieros de Venezuela se fundó en 1861, el 28 de octubre de este año cumple la bicoca de 152 años y ha tenido más de ciento veinte mil afiliados durante los años transcurridos. En sus raíces encontramos por un lado las labores del Batallón de Ingenieros que comandara el Mariscal Antonio José de Sucre y por la otra, aquel, también gran cumanés, Juan Manuel Cagigal quien fue su primer presidente.
Obras fundamentales para la capital como el Metro de Caracas, la Universidad Central de Venezuela, el Parque Central, la Autopista Caracas-La Guaira, el Teleférico al Ávila, el inmenso distribuidor de tránsito La Araña, el Teatro Teresa Carreño y aquel monumento a la ingeniería y a la civilización que fue el Complejo Generador Ricardo Zuloaga, construido por su epónimo entre 1895 y agosto de 1897, que significó la iluminación de la ciudad de Caracas en tiempos cuando esto era una verdadera novedad y una hazaña.
Obras comparables a las que mencionamos, ubicadas a todo lo ancho y largo de la República y que son fuente del desarrollo de Venezuela, donde destacan el proyecto y construcción de Ciudad Guayana, la Central Hidroeléctrica del Guri, las presas de Macagua, el Uribante-Caparo y el Yacambú-Quibor, los puentes sobre el lago de Maracaibo y sobre el río Orinoco, el Sistema Ferroviario Central, los Complejos petroquímicos de El Tablazo y de Morón y otras obras que no por omitirlas nosotros, tienen menos importancia.
La ingeniería en Venezuela está sufriendo el desprecio, la ofensa y el desaire del régimen que nos destruye. Las pocas obras de ingeniería que se desarrollan en el país se les encomiendan a compañías extranjeras. Inexplicable y ofensivo. Varios son los ingenieros venezolanos a quienes se les ha dictado autos de detención por razones increíbles. La ingeniería venezolana sufre una noche negra.
Las obras del pasado han sido malamente rebautizadas, lo que también se constituye en ofensa para sus constructores y para los entonces homenajeados.
Obras comparables a las que mencionamos, ubicadas a todo lo ancho y largo de la República y que son fuente del desarrollo de Venezuela, donde destacan el proyecto y construcción de Ciudad Guayana, la Central Hidroeléctrica del Guri, las presas de Macagua, el Uribante-Caparo y el Yacambú-Quibor, los puentes sobre el lago de Maracaibo y sobre el río Orinoco, el Sistema Ferroviario Central, los Complejos petroquímicos de El Tablazo y de Morón y otras obras que no por omitirlas nosotros, tienen menos importancia.
La ingeniería en Venezuela está sufriendo el desprecio, la ofensa y el desaire del régimen que nos destruye. Las pocas obras de ingeniería que se desarrollan en el país se les encomiendan a compañías extranjeras. Inexplicable y ofensivo. Varios son los ingenieros venezolanos a quienes se les ha dictado autos de detención por razones increíbles. La ingeniería venezolana sufre una noche negra.
Las obras del pasado han sido malamente rebautizadas, lo que también se constituye en ofensa para sus constructores y para los entonces homenajeados.